UN MITO LLAMADO FELICIDAD.
En la mayoría de las ocasiones de nuestra vida, supeditamos nuestra felicidad a un factor externo, por ejemplo: seré más feliz cuando tenga dinero, seré más feliz cuando tenga pareja, o cuando consiga mi trabajo ideal, y así un sinnúmero de situaciones que esperamos que suceden para encontrar la tan anhelada felicidad. Sin embargo cada cosa, factor o experiencia lograda, nos brinda felicidad por un espacio de tiempo y luego irremediablemente aparece esa sensación de no estar totalmente satisfechos. ¿Porque? Pues, porque Vivimos e interactuamos en una sociedad que ha centrado el valor personal en lo material y otros factores externos: el dinero, los logros profesionales, la pareja, el grupo de amigos... Y aunque todos estos aspectos son importantes no podriamos encontrar en estos un reconocimiento auténtico de nuestro valor como seres humanos, pues ese valor se encuentra en la conexión de nuestra fuerza vital y el potencial de nuestro ser interior; caemos en la dependendencia, pero al aprender a utilizar nuestra mente accedemos a un ilimitado potencial de energía y fuerza interior que puede organizar nuestro «Yo» de manera perfecta, pero ten en cuenta mantener una coherencia entre tus pensamientos y tus sentimientos, pues la vibración energética que nos mantiene en sintonía con la vida que deseamos tener permite que las experiencias significativas de nuestra vida fluyan positivamente hacia la armonía, la abundancia, el gozo, y por tanto hacia la felicidad... No obvies la felicidad de los demás, ni esperes ser feliz a costa de su infelicidad pues esta claro que la felicidad nos lleva a amarnos y respetarnos, al disfrute de nuestra existencia y de la existencia de todo y todos los que no rodean, por tanto no podemos caer en lo que los budistas llaman la oscuridad fundamental, la cual explica que tenemos la creencia errada de que nuestras vidas son entidades separadas «cada quién es un mundo»; que la vida es más rutinaria y mecánica que holística. Sin embargo, la oscuridad fundamental es inherente a todas las vidas e irremediablemente a pesar de lo que cualquiera pueda pensar, el ego y los pensamiento del «YO» generan un estado de soledad en donde si no queremos al mundo, es debido a que tampoco nos querernos a nosotros mismos, porque si no somos capaces de respetarnos, no podemos respetar al resto del mundo.
Ignorar este precepto es ignorar la verdadera naturaleza de la vida.
Vinimos a este mundo a suspirar por un instante, a soñar en grande y a vivir la vida entendiendo una sola realidad: que no somos inmortales pero nuestro paso por esta tierra puede serlo, La felicidad no es una condición, es un estado mental, recuerda quién eres, reprograma tu vida, todo el poder para decidir ser felices esta aquí y ahora, reflexiona y encuentra un propósito en todo lo que te suceda pues es una oportunidad para extender a ti mismo y a otros: amor, perdón y servicio.
Ignorar este precepto es ignorar la verdadera naturaleza de la vida.
Vinimos a este mundo a suspirar por un instante, a soñar en grande y a vivir la vida entendiendo una sola realidad: que no somos inmortales pero nuestro paso por esta tierra puede serlo, La felicidad no es una condición, es un estado mental, recuerda quién eres, reprograma tu vida, todo el poder para decidir ser felices esta aquí y ahora, reflexiona y encuentra un propósito en todo lo que te suceda pues es una oportunidad para extender a ti mismo y a otros: amor, perdón y servicio.
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