LA EDUCACIÓN EN LA ERA DE LA INNOVACIÓN

LA EDUCACIÓN EN LA ERA DE LA INNOVACIÓN

Los niños de hoy en día son capaces de imaginar el mundo desde múltiples perspectivas, con curiosidad y una mayor disposición para adquirir conocimientos. Este tipo de estudiante debe ser orientado a construir un pensamiento integrador que le permita no sólo conocer el resultado de un proceso, sino el proceso en sí mismo.

La escuela como la conocemos debe ser transformada; el docente debe procurar impartir conocimientos e involucrar al estudiante como actor principal del proceso educativo a través de la vivencia de experiencias significativas, comprendiendo todas las diferentes formas de aprendizaje de los niños y sus diversas percepciones del mundo que los rodea.

La educación innovadora debe dirigirse hacia un propósito: Una Enseñanza Revolucionaria que les permita a los estudiantes crear y compartir ideas, generar conceptos y soluciones a través del aprendizaje autónomo y el trabajo colaborativo.

El término aprendizaje autónomo es de vital importancia en todo proceso pedagógico porque permite orientar la formación de acuerdo con las necesidades actuales del aprendizaje, en el cual es indispensable revisar conceptos de autonomía, auto-regulación, motivación, auto-control, entre otros. La capacidad de aprender por sí mismo se ha convertido en un requisito previo para vivir en este nuevo mundo; de manera permanente se toman decisiones y se realizan diversas acciones que requieren el ejercicio de la autonomía. En algunas ocasiones, se aplica dicha autonomía sobre cosas o aspectos cotidianos o elementales y en otras, se ejerce para tomar decisiones sobre acciones, determinaciones o proyectos trascendentales. El ejercicio autónomo se realiza en todos los aspectos de la vida: el hogar, el trabajo, el estudio.

Por otro lado  cuando hablamos de trabajo o  aprendizaje colaborativo  eficaz y productivo los integrantes de un grupo de estudio deben: i) ser críticos con los pensamientos, no con los sujetos que las expresan y sustentan; ii) centrar su acción en sustentar no en ganar; iii) respetar todas las opiniones, no solamente las que sean convergentes con su pensamiento; iv) cambiar el propio pensamiento cuando las evidencias así lo demuestren. En el aprendizaje colaborativo subyacen valores como los de la solidaridad y la interdependencia positiva, virtudes que sostienen el entusiasmo por aprender.

El niño de hoy es un genio creativo y como tal debe ser tratado. Hoy en día encontramos diversos modelos pedagógicos que buscan encaminar la educación a ser un proceso más dinamizador, uno de estos modelos es el Flipped Classroom, el cual pretende cambiar la forma como se diseñaba una clase tradicional y le da  al estudiante el rol como responsable de su aprendizaje. Con esta metodología de aprendizaje, los tiempos de una clase se distribuyen de manera distinta, socializando el trabajo personal o  individual, desarrollando actividades de aprendizaje en equipo y elaborando productos por proyectos  con objetivos claros de trabajo. Con este enfoque progresista, el estudiante es organizador de sus tiempos de estudio y el docente asume el rol de orientador del proceso académico aprendiendo a la vez de la experiencia grupal.

El docente del siglo XXI debe ser capaz de medir la efectividad de su metodología de enseñanza no en una calificación numérica de sus estudiantes; contrario a eso, el docente debe orientar a sus aprendices a construir el conocimiento a través de la participación activa y reflexiva sin perder nunca su capacidad de asombro frente al reto educativo.

Su rol debe ser el de dinamizador del proceso y comunicador efectivo del conocimiento, capacitándose continuamente con las herramientas de aprendizaje emergentes y uso de TIC, para optimizar la gestión escolar en esta era de innovación.

El propósito principal de la escuela debe ser brindar una educación efectiva para la vida, por eso es importante saber guiar el proceso de aprendizaje del educando hacia objetivos claros, medibles, lógicos y precisos que tengan la intención de desarrollar sus potencialidades como ser social.

La visión de la educación en la era de la innovación debe darse en un clima de enseñanza- aprendizaje accesible a todo tipo de aprendiz, procurando la comprensión y aprehensión del conocimiento en función de formar personas integrales, con capacidad crítica de su entorno y habilidades sociales y emocionales que le permitan ser mediadores de conflictos y propositivos en el trabajo colaborativo, aprendiendo así el valor de su humanidad y la de los demás.

El estudiante debe aprender a darle trascendencia a sus conocimientos, porque no habremos logrado nada si al final no educamos al hombre para que le dé utilidad a su conocimiento de forma positiva. Es imperante potencializar el talento humano desarrollando proyectos desde una  perspectiva “Viable, Factible y Deseable”,  que genere un  impacto positivo tanto en el proceso educativo como en su entorno social, enfocándonos siempre en las personas como el centro de reflexión, haciendo coincidir sus intereses y necesidades con soluciones integrales que  tengan en cuenta una profunda comprensión de la vida de aquel que queremos educar.