HIPÓTESIS SOBRE EL PROBLEMA DE INDUCIR A SEMBRAR ODIO

HIPÓTESIS SOBRE EL problema de INDUCIR A SEMBRAR ODIO


“AMA A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS Y AMA AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO” Libro de los Levíticos.
El amor al otro debe basarse en el amor a uno mismo, pero la primera falla que constituimos en nuestra vida es el poco amor que nos profesamos; no se trata de fomentar el egoísmo sino de aprender a aceptarnos y a valorarnos por quienes somos y creer firmemente en nuestras capacidades humanas. La baja autoestima crea antivalores, los antivalores resguardan pocos niveles de tolerancia hacia uno mismo o hacia los demás y es por esto que resulta importante adentrarnos en el autoconocimiento y auto reconocimiento como primer paso para proyectar un mensaje positivo en el mundo que nos rodea.
Haciendo un análisis sobre la problemática social del odio en nuestra sociedad, identifico que el auge de las comunicaciones y la tecnología brindan cada vez más herramientas innecesarias de odio y envidia; los portales o canales de redes sociales no se utilizan adecuadamente por quienes los consultan y existen otros que lo hacen tan parte de su vida, que son un libro abierto en las redes. Esto causa dos acontecimientos propios del ser humano: el primero puede ser basado en el amor al prójimo, la felicidad de conocer las alegrías de los demás y su solidaridad cuando el sentimiento es contrario, es decir tristeza; el segundo acontecimiento emocional se trata del odio y la envidia, sentimientos aflorados por la carencia de un alto autoestima y amor propio. El ser humano tiende siempre a comparar su situación o realidad de vida con la de los demás, sin embargo no da un valor al milagro vivido en su día a día.
Para ilustrar esta afirmación, podríamos decir que en el mundo existen innumerables páginas que incitan al odio y podríamos ir más allá enumerando todas las guerras que se han producido y se producen actualmente en el planeta a consecuencia de la aversión que generan las diferencias religiosas o étnicas.
Por lo tanto, comprender  qué es en definitiva este sentimiento, catalogarlo como una enfermedad del siglo XXI y definir su proceso y resultado a través de la historia podría ayudarnos a mejorar nuestra sociedad en general, pero aún más importante nos daría la capacidad de amarnos deliberadamente y con grandes expectativas, entendiendo la importancia de nuestra existencia y más allá de eso, del valor de nuestras acciones en nuestro paso por la vida; pero esto no es sencillo si tenemos en cuenta que el Odio y nuestra habilidad particular como humanos para sembrarlo en los otros aún es motivo de estudio en la psicología y todas aquellas ramas de estudio sobre la raza humana.
El odio es definido para el Webster’s New World College Dictionary como: “experimentar un fuerte rechazo o tener mala voluntad, detestar, despreciar”.
 Freud  lo definía  como un estado del “yo” que desea destruir la fuente de su infelicidad, entonces el “otro” y lo que representa: sus características, creencias o convicciones  son una fuente de esa condición, y por tanto su “eliminación” o “reconversión” es necesaria. El odio es un alentador de emociones subyugantes e hirientes que producen furia e ira, incluso miedo, las cuales son  expresiones emocionales bajas de un ser humano donde la razonabilidad y la racionalidad están ausentes.
El odio es un sentimiento; eso debemos comprenderlo como primer paso, no se trata de emociones ni sensaciones.  Bajo esta percepción podríamos admitir que el odio es un sentimiento que puede perdurar tanto como el amor y que de la misma forma podría acabarse si aprendemos a manejarlo de la misma forma que aprendemos a manejar nuestras emociones, conociendo nuestro ser y amando todo lo que somos. En nuestra sociedad los estereotipos fuerzan al individuo a tomar bandos y bajo argumentos liderados por aquellos que rigen en nuestra sociedad, nos llevan a crear prejuicios sobre la realidad que nos rodea y en la cual interactuamos diariamente. De este modo, desde pequeños nos formamos como individuos propensos a odiar todo aquello que no sea igual a nosotros mismos, o que no encaje en nuestra sociedad. Los valores deben darse de forma inherente desde el núcleo familiar y deben ser un instrumento de formación integral; no podemos aprender a manejar un sentimiento como el odio si no aprendemos valores y principios desde el hogar.
Sigmund Freud le parecía en su observancias sobre etnias próximas algo que él denominaba el “narcisismo de las pequeñas diferencias” y  pensaba  que el instinto agresivo del ser humano era el motivo principal de los conflictos; sin embargo no comprendía por qué se expresaba de este modo y luego definió que sucedía exactamente lo contrario: era lo distinto lo que inducía la agresión. El estudio de la  antropología evolucionista señala que son las discrepancias, divergencias y contrastes  entre los seres humanos lo que dispara la violencia, pues la tendencia a agruparnos con aquellos que comparten nuestras creencias, aspecto o distinciones culturales nos hace ser  discrepantes con quienes no las comparten, y nos crea la sensación de desconfianza hacia todo aquello que es distinto, tendiendo así a grabarlo en nuestro cerebro. De este modo Freud  habla sobre el narcisismo de las diferencias, explicando que la dificultad de procesar el cambio o la misma comprensión de la aceptación humana, nos hace propensos a odiar todo lo que para nuestro psiquis es diferente a nosotros y así mismo todo aquello en lo que no podemos lograr un avance.
Ahora bien, como nos relata Roberto Pérez en su explicación sobre el amor a uno mismo: “vivimos comparándonos siempre con el otro y nos consumimos en una sociedad de consumo de este modo en esta sociedad de consumo Gozamos poco por lo mucho que tenemos y sufrimos mucho por lo poco que nos falta”, por lo que no damos valor a la vida misma que nos ocurre cada día y que en sí, ya es un milagro. Buscamos tristemente demostrar que aún falta algo que complete la felicidad, sin entender que la felicidad es una decisión de vida y  aunque somos seres perfectibles y buscamos continuamente esa precisión de perfección no comprendemos que esa misma  naturaleza de imperfección es la que nos permite sorprendernos cada día con todas las potencialidades que podemos desarrollar si aprendemos a amarnos a nosotros mismos desde la aceptación, vinculación, respeto y valor que le damos a nuestra vida y de esa manera a todo lo que interactúa con nuestro ser de manera espiritual o terrenal, de modo que conociéndonos logramos generar actitudes que fortalecen el amor que proyectamos hacia los demás de manera sana y positiva.
Exaltando las cualidades de nuestro YO y como esas cualidades pueden generar reacciones positivas en los demás, generamos cambio en nuestra realidad, logrando así, no sembrar el odio sino formar el espíritu y la conciencia para alcanzar un progreso en la realidad intolerante que nos rodea…

BIBLIOGRAFIA
LDTV Psicología (2012) El Odio. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=aOwUh62WK6g.
Cervera, M. (2015) El amor a uno mismo. Recuperado de:
El narcisismo de las pequeñas diferencias, SIGMOND FREUD.



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